sábado, 9 de abril de 2011

Llegaba el día

Eran las 11 de la mañana. No era un sábado cualquiera. Entre mis sábanas blancas estaba yo con una increíble luz que traspasaba mis ventanas. Hacía un día precioso.

Cielo despejado, un azul radiante.Decidí abrir la ventana, hacía la temperatura justa y agradable para cualquier ser humano, un aire fresco en el que se podía notar el dulce aroma de la primavera. El césped estaba verde esperanza. Nada podía ir mejor.

Decidí asearme ya que tenía que ir a desayunar a una bonita cafetería que había cerca de mi casa, él me esperaba...

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